Si alguien te dijera que hay algo que puedes hacer que puede ayudarte a que tu matrimonio sea más feliz y que solo te llevará cinco minutos al día, ¿no lo harías? El secreto es muy sencillo: rezar juntos todos los días. Sólo eso.
Hoy, más que nunca, el mundo necesita testimonios de matrimonios fuertes y felices. Debemos crear una cultura que estime el matrimonio y la familia, ya que son sacramentos sagrados del Amor inestimable de Dios para el mundo.
«Así pues lo que Dios ha unido, que no lo separe en hombre». (Marcos 10,9-10). Nunca permitas que ninguna persona o circunstancia pueda separarte del amor a tu marido. Dios es uno contigo, Dios es amor, el matrimonio es amor, y el amor perdura sobre lo que sea que venga, no llegará a su fin. (Corintios 13,7-8)
Intentemos ser agradecidos con Dios por el don de nuestra pareja, ya que estamos llamados a ser uno con ellos en el tiempo y la eternidad. Pidamos que Dios nos de la gracia de bendecir nuestro matrimonio y hacerlo santo en el amor.