LA FAMILIA, UNA ESCUELA DE VIRTUDES

LA FAMILIA, UNA ESCUELA DE VIRTUDES
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Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era. Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Pero, ¿cómo era la Sagrada Familia? La Virgen María y San José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que fuera feliz y tuviera un futuro, tal y como hacen todos los padres comprometidos con sus hijos, independientemente de su nacionalidad y creencias políticas y religiosas.

Con su ofrecimiento a Dios, ambos santificaron además su vida familiar y laboral. Tal y como era costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo, y a sus papás en su trabajo diario. De este modo, Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería. ¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso de los palacio y siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó una vida de poder y lujos y prefirió compartir con nosotros una vida ordinaria.

Las familias de hoy tienen en la Sagrada Familia de Nazaret un ejemplo atemporal y hermoso de virtudes como la obediencia, el amor, el cariño, la sencillez, la bondad, la humildad, la caridad, laboriosidad, etc. Y es que la familia es la mejor escuela de virtudes y valores. Una labor hermosa y delicada que encuentran en el amor y el cariño dos grandes aliados. “La familia es la primera comunidad de vida y amor, el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios (Juan Pablo II, “Encuentro con las Familias”, Chihuahua 1990)”. Concretamente, el Papa Juan Pablo II en su Carta a las Familias nos dice que es necesario que los esposos orienten su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor. Al igual que la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia, el porvenir de los pueblos pasa también hoy por el corazón de la familia, auténtico núcleo social y su mayor esperanza.